Este ensayo debe mirarse con indulgencia, por ser el programa de unaobra mas estensa, que emprendió el autor cuando fué á incorporarse á laTercera Division de límites, de la que era el primer astrónomo. Suespíritu metódico y laborioso le habia acostumbrado á no descuidarningun detalle, y á registrarlos con fidelidad en sus libros de memoria.Hacia lo que Rousseau recomendaba á su Emilio, y lo que un escritormoderno[1] quisiera que todos hiciesen, considerándolo como uninstrumento general de educacion y perfeccionamiento.
Los mayores defectos de este trabajo son de haber quedado incompleto, yde tratar de la parte mas conocida de las provincias argentinas.Ignoramos si el autor lo continuó hasta Santa Cruz de la Sierra: elcuaderno original de que nos hemos valido no contiene mas de lo quehemos publicado, y nos parece probable que sea todo cuanto existe deeste itinerario.
A pesar de su estado de imperfeccion no nos hemos animado á desecharlo.Profesamos el principio de la publicidad en el sentido mas lato, porquelos estragos que ha ocasionado el sistema contrario nos han convencido,que mas vale exponerse á la censura de unos pocos lectores apáticos,que descontentar á los curiosos para quienes nada es indiferente. En unpais donde los estudios geográficos estan aun en su infancia, no son dedesdeñarse los primeros pasos cuando son acertados, y tales nos parecenlos de Souillac. Sus escritos no deslumbran por trozos esquisitos deerudicion ó elocuencia: no es un retor ni un filólogo él que habla; nise espere tampoco hallar en ellos lo que la moderna escuela románticallama cuadros é impresiones. La sencillez es su carácter distintivo,y para nosotros esta sencillez es un mérito, porque aun no ha llegado eltiempo de entregarnos á los viageros sentimentales. Lo que mas importaes reunir hechos para rectificar conjeturas, sacar el pais de laobscuridad en que yace, y delinear su fisonomia actual para que sirva detérmino de comparacion á sus progresos ulteriores. Estos trabajos,cuando se egecutan con inteligencia, son como los cimientos, en que serequiere mas solidez que elegancia. "Los itinerarios, dice oportunamenteBuache, se han mirado siempre como uno de los fundamentos de lageografia, por ser los primeros elementos de que se hace uso paraestablecer la posicion de los lugares, y los que pueden emplearse conmas confianza, despues de las observaciones astronómicas y lasoperaciones geométricas: son ademas los que pueden obtenerse en mayornúmero, y con mas facilidad."[2] ¡Y efectivamente cuanta luz no haderramado sobre la geografia antigua de Europa el Itinerario delEmperador Antonino, que no es mas que una árida nomenclatura depoblaciones! Al menos el de Souillac contiene algunos datos científicos,que sobre ser importantes, porque fijan la latitud de Buenos Aires yCórdoba, acreditan el esmero con que los encargados de la últimademarcacion de límites procedian en estos reconocimientos.
Córdoba, por su posicion central en un vasto territorio descon